August 26, 2022

El rostro de la misericordia / Daniel Conway

Dejemos que la belleza y la unidad de la liturgia nos asombren

El Papa Francisco ha escrito una carta apostólica sobre la liturgia titulada “Desiderio Desideravi” (“Sobre la formación litúrgica del pueblo de Dios”).

Estas reflexiones llegan casi un año después de la publicación de “Traditionis custodes”, un documento emitido por el Papa por iniciativa propia y firmado personalmente por él. “Traditionis custodes” restringe la celebración de la misa que fue aprobada por el Papa San Juan XXIII en 1962 antes del Concilio Vaticano II, a veces llamada coloquialmente “misa tradicional en latín” o “misa tridentina.”

“Desiderio Desideravi” describe la visión personal del Santo Padre sobre el significado y la finalidad de la liturgia eucarística y emana de su deseo “ofrecer simplemente algunos elementos de reflexión para contemplar la belleza y la verdad de la celebración cristiana” (#1).

El nombre en latín de esta nueva carta apostólica es una referencia a las palabras de Jesús inmediatamente antes de la Última Cena: “Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer” (Lc 22:15). El Papa escribe que esta “palabras de Jesús con las cuales inicia el relato de la última Cena son el medio por el que se nos da la asombrosa posibilidad de vislumbrar la profundidad del amor de las Personas de la Santísima Trinidad hacia nosotros” (#2).

Así, al igual que Jesús, el Papa Francisco desea sinceramente compartir con nosotros la profundidad del amor que se nos hace presente cada vez que participamos en la liturgia eucarística. También desea firmemente que estemos unidos en y por la liturgia, no separados en facciones, discutiendo sobre qué forma de la misa es más auténtica.

Por supuesto, existe un límite difuso entre la diversidad en la sagrada liturgia, que ha sido una característica de la experiencia litúrgica de la Iglesia desde el principio, y el divisionismo, que se opone a todo lo que nuestro Señor quiso cuando instituyó este gran sacramento y se entregó a nosotros en el misterio eucarístico.

Por tanto, el reto es cómo mantener la unidad al tiempo que se fomenta una diversidad adecuada.

El Papa Francisco quiere desalentar la visión ideológica de que la forma más antigua de la liturgia es de alguna manera más auténtica que la forma de la liturgia aprobada tras el Concilio Vaticano II. Este argumento se destaca en el siguiente párrafo de “Desiderio Desideravi”:

Si la Liturgia es “la cumbre a la cual tiende la acción de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza” (“Sacrosanctum Concilium,” #10), comprendemos bien lo que está en juego en la cuestión litúrgica. Sería banal leer las tensiones, desgraciadamente presentes en torno a la celebración, como una simple divergencia entre diferentes sensibilidades sobre una forma ritual.

La problemática es, ante todo, eclesiológica. No veo cómo se puede decir que se reconoce la validez del Concilio—aunque me sorprende un poco que un católico pueda presumir de no hacerlo—y no aceptar la reforma litúrgica nacida de la Sacrosanctum Concilium, que expresa la realidad de la Liturgia en íntima conexión con la visión de la Iglesia descrita admirablemente por la “Lumen Gentium.”

Por ello—como expliqué en la carta enviada a todos los Obispos—me sentí en el deber de afirmar que “los libros litúrgicos promulgados por los Santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, en conformidad con los decretos del Concilio Vaticano II, como única expresión de la lex orandi del Rito Romano” (Motu Proprio, “Traditionis custodes,” art. 1) (#31).

En sus reflexiones sobre la liturgia, el Papa Francisco expresa su amor por la misa en su forma actual. También aboga por un renovado sentido de unidad entre todo el pueblo de Dios al reunirse proclamando “las alabanzas divinas y las esperanzas humanas, por Cristo Señor en el Espíritu Santo” (#30).

Como nos aclara el Santo Padre:

La no aceptación de la reforma, así como una comprensión superficial de la misma, nos distrae de la tarea de encontrar las respuestas a la pregunta que repito: ¿cómo podemos crecer en la capacidad de vivir plenamente la acción litúrgica? ¿Cómo podemos seguir asombrándonos de lo que ocurre ante nuestros ojos en la celebración? Necesitamos una formación litúrgica seria y vital (#31).

El Papa Francisco considera que todos tenemos necesidad de una formación litúrgica seria y dinámica, y en este sentido, nos dice: “Abandonemos las polémicas para escuchar juntos lo que el Espíritu dice a la Iglesia, mantengamos la comunión, sigamos asombrándonos por la belleza de la Liturgia” (#61).
 

(Daniel Conway es integrante del comité editorial de The Criterion.)

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