Buscando la
Cara del Señor
Debemos continuar llevando la verdad de Cristo a los campus universitarios
Los centros católicos ubicados en los campus universitarios sirven como una herramienta confiable para transmitir a todos los jóvenes conocimientos y verdad a través de la fe y la razón.
La búsqueda de la verdad encuentra su final glorioso en Cristo, quien es “el camino, la verdad y la vida” (Jn 14:6).
El ministerio en nuestros campus universitarios y en institutos de educación superior facilita las oportunidades para que los estudiantes encuentren la Buena Nueva del Evangelio, el Dios verdadero y vivo que es Jesucristo.
El descubrimiento de la verdad a través de la fe y la razón tiene el poder de atraer a los estudiantes a una nueva vida, caracterizada por todo lo bello, lo bueno y lo verdadero.
Una universidad católica o el centro católico de una universidad adoptan la tarea de promocionar la interacción vital entre la fe y la razón, los dos caminos armoniosos que conducen a la verdad que siempre es una sola (“Ex Corde Ecclesiae,” # 17). Esta interacción no sólo fomenta un amor aún más grande por la verdad en sí misma, sino que se convierte en un testimonio vibrante de la bondad y la belleza de la vida humana.
El papa Benedicto XVI explica: “La dinámica entre el encuentro personal, la sabiduría y el testimonio cristiano es integral para la diakonia [el servicio] de la verdad, el cual ejerce la Iglesia en el corazón de la humanidad. La revelación de Dios brinda a cada generación la oportunidad de descubrir la máxima verdad sobre su propia vida y la meta de la historia” (Discurso a los educadores católicos de EE.UU., 17 de abril de 2008).
Los estudiantes universitarios y de educación superior enfrentan distorsiones significativas de la verdad, lo cual puede obstaculizar su oportunidad para descubrir y servir a Dios. Con frecuencia, estas distorsiones se fundamentan en una noción deficiente de la libertad.
La Iglesia continúa proclamando a los estudiantes las palabras de San Pablo: “Les hablo así, hermanos, porque ustedes han sido llamados a ser libres; pero no se valgan de esa libertad para dar rienda suelta a sus pasiones. Más bien sírvanse unos a otros con amor” (Gal 5:13).
Entre las tentaciones que dominan en nuestras comunidades universitarias posmodernas se encuentran el materialismo, el relativismo, el ateísmo, el agnosticismo, el humanismo seglar, la promiscuidad sexual, así como el uso del alcohol y las drogas. Estas aberraciones limitan seriamente la verdadera libertad o incluso enmudecen el alma y la propia capacidad para amar y procurar la verdad.
En medio de la lucha contra las “obras de naturaleza pecaminosa” (Gal 5:19), el centro católico Newman estimula a los estudiantes a buscar la verdadera libertad en Cristo, representada en los “frutos del espíritu” que son “amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio” (Gal 5:22).
Nuestra misión es continuar apoyando las buenas obras de los centros católicos universitarios dentro de la Arquidiócesis de Indianápolis, así como revitalizar aquellos que quizás se hayan ido perdiendo con los años.
Deseo extender mi más profundo agradecimiento a los muchos sacerdotes y líderes laicos fieles que han trabajado incansablemente en el curso de estos años, así como a aquellos que continúan llevando la verdad de Cristo a nuestros jóvenes en campus universitarios e institutos de educación superior. Exhorto a nuestros futuros sacerdotes y líderes laicos a que tomen la iniciativa y fortalezcan en los próximos años los esfuerzos que se han realizado en nuestros campus.
Las palabras de San Pablo a los romanos son una invitación perfecta para nuestros estudiantes universitarios de hoy en día: “Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta” (Rom 12:1-2).
Los compañeros y semejantes tienen una influencia y un impacto definitivo entre ellos y, por consiguiente, están en una posición ideal para dar testimonio del arte de la vida cristiana y enseñarla entre ellos.
Recientemente, el beato Pier Giorgio Frassati se ha convertido en un modelo a seguir como alguien que adoptó el arte de la vida cristiana e impulsaba a sus iguales a hacer lo mismo. Nombrado por el papa Juan Pablo II como el santo de los jóvenes adultos del tercer milenio, el beato Pier ejemplifica esas características de la vida católica que nuestros jóvenes anhelan en sus vidas.
Reservaba un lugar preferencial para los pobres ya que cedía su dinero del almuerzo y la mesada para comprar pan del día anterior para alimentar a los indigentes. Era un atleta exitoso y utilizaba su don para contribuir a que sus compañeros tuvieran una relación con Cristo y su Iglesia. Creía ávidamente en los sacramentos y, como joven, comenzó a asistir diariamente a la misa y practicaba con frecuencia el sacramento de la reconciliación. Ejerció una profunda influencia en sus compañeros.
El beato Pier Giorgio dijo una vez a sus compañeros en una concentración de jóvenes adultos: “Los insto con toda la fuerza de mi alma a que se acerquen a la Mesa Eucarística tan a menudo como puedan. Coman del Pan de los Ángeles, del cual sacarán las fuerzas para librar las batallas interiores, las luchas contra las pasiones y todas las adversidades, porque Jesucristo ha prometido la vida eterna y las gracias necesarias para alcanzarla a aquellos que se alimentan de la Santa Eucaristía.” †