Buscando la
Cara del Señor
La catequesis y la evangelización son responsabilidades básicas de todos
La semana pasada escribí acerca de la importancia de nuestras escuelas católicas. Esta semana deseo hacer énfasis en la importancia de los programas de educación religiosa de nuestras parroquias.
Ofrecemos educación religiosa, no solamente para nuestros hijos, sino también para jóvenes y jóvenes adultos.
En nuestro plan estratégico de liderazgo arquidiocesano actualizado identificamos la evangelización como nuestra primera prioridad. Un componente importante de la evangelización es la catequesis que representa la plenitud de nuestra educación religiosa.
La finalidad de la catequesis no es solamente comunicar los conocimientos sobre la fe y la tradición católica, pese a la importancia que éstas revisten.
Uno de sus propósitos más avanzados es tocar nuestros corazones y nuestras mentes, a través de enseñanzas y prédicas. El objetivo de la catequesis es proclamar la persona de Jesucristo.
Tal y como lo señaló una vez el papa Juan Pablo II: necesitamos hacer más que simplemente hablar de Cristo; debemos mostrarlo. En su carta de introducción al nuevo milenio cristiano dijo que, al igual que los griegos se acercaron a Felipe y le dijeron que querían ver a Jesús, así también en nuestros días la gente quiere ver a Jesús.
Esa es la meta que comparten la catequesis y la evangelización. Cada católico bautizado, de conformidad con la etapa de la vida en la que se encuentre, comparte la responsabilidad de la Iglesia de hacer que Cristo sea visible.
Nuestros programas catequísticos tienen como finalidad brindar la asistencia que necesitamos para cumplir con nuestro papel de evangelizar al mundo. Asimismo, debemos contar con oportunidades de educación religiosa para poder conocer nuestra fe católica. Necesitamos la catequesis para que nos ayude a entender por qué creemos en lo que creemos.
Así pues, nuestras parroquias ofrecen programas catequísticos. Algunos se imparten los domingos antes o después de la Misa; otros, por las noches entre semana. Algunos programas están orientados a los niños; otros, a los jóvenes de secundaria y otros a los adultos.
Ciertos programas se ofrecen a través del ministerio para jóvenes; otros mediante nuestro ministerio para jóvenes adultos. Animo a aquellas parroquias que tienen la capacidad para promover importantes programas catequísticos para adultos.
La mayoría de nosotros está familiarizada con el programa RCIA que prepara a las personas que desean recibir el bautismo en nuestra tradición católica y convertirse en miembros plenos de nuestra Iglesia. Por lo general se ofrece el mismo programa a aquellos que ya han sido bautizados en otra tradición cristiana pero que desean confirmarse y ser recibidos en comunión plena con la Iglesia católica.
Tenemos una deuda de agradecimiento con aquellos parroquianos que administran y enseñan en nuestros programas catequísticos. La cifra es enorme. Y estos catequistas dedican muchas horas a esta labor y trabajan arduamente para preparar nuestros programas. Los aplaudo y exhorto a todos a que les brinden respaldo mediante la gratitud y las oraciones.
Asimismo, deseo alentar la participación en los distintos programas catequéticos parroquiales. Todos son importantes.
Los programas dedicados a nuestros niños y a los jóvenes estudiantes de secundaria son especialmente importantes y útiles para nuestra juventud, a medida que se enfrentan a los desafíos de la cultura laica. Nuestros jóvenes y jóvenes adultos necesitan ayuda para comprender la esencia de nuestra fe, así como también para responder a las interrogantes de sus compañeros y explicar por qué creemos en lo que creemos. Lo mismo sucede con los adultos que necesitan asistencia para poder explicar e interpretar nuestra fe católica a sus hijos.
La mayoría de nosotros está consciente de que vivimos en una era que cuestiona la fe religiosa y las prácticas morales. Nuestra cultura laica prefiere relegar las prácticas religiosas y de fe al ámbito privado y con frecuencia ridiculiza la doctrina católica y las prácticas morales. En los primeros tiempos de nuestra nación los católicos no fueron recibidos con los brazos abiertos. En cierto modo, en nuestra propia época enfrentamos hostilidades en circunstancias un tanto distintas. Todos contamos con el respaldo de la preparación catequística.
Conocer a Jesucristo de forma personal nos brinda el valor para avanzar con la frente en alto y orgullosos de nuestra fe y prácticas católicas. Tenemos la confianza de conocer a Jesús si participamos en los programas catequísticos, así como también en la vida litúrgica de la Iglesia. Jesús nos dio la Iglesia y los sacramentos de la Iglesia para sustentarnos y fortalecernos en el camino al reino de los cielos.
Además de los programas catequísticos de nuestras parroquias, contamos con otros recursos que nos brindan apoyo como fieles católicos. Hace un par de años la Conferencia de Obispos Católicos de EE.UU. publicó una obra catequística fundamental: el Catecismo Católico de Estados Unidos para Adultos. Las enseñanzas de nuestra fe se exponen mediante una lectura amena.
Además de presentar la doctrina, cada sección ofrece una forma de explicar nuestras creencias a la luz de la crítica laica. El Catecismo de la Iglesia Católica proporciona una explicación detallada de nuestras creencias y prácticas morales. Por supuesto, la Biblia constituye siempre un excelente recurso para reforzar nuestra fe.
La catequesis y la evangelización son responsabilidades fundamentales de todos. ¡Que Dios bendiga nuestros esfuerzos! †