Buscando la
Cara del Señor
The Criterion constituye un instrumento de evangelización para todos
Esta es la columna número 800 que he escrito consecutivamente para The Criterion desde que me convertí en arzobispo en 1992.
Mis artículos son de aproximadamente 800 palabras. Si multiplicamos 800 por 800, obtendremos muchas palabras. Por supuesto, no hay mérito en la cantidad de palabras en sí.
Mi intención es proporcionar palabras de instrucción práctica sobre las enseñanzas de la Iglesia, palabras de fe y de esperanza, y en algunas ocasiones, palabras polémicas. Intento ofrecer palabras de inspiración que nos alienten en nuestras vidas cotidianas de fe.
Deseo hacer mi parte para respaldar el principio fundamental de nuestra publicación semanal, The Criterion, a saber, como instrumento de evangelización. Mi intención es enseñar la fe del Evangelio junto con los demás aportes publicados semanalmente.
Si se toma en cuenta la finalidad de publicar un semanario católico, resulta fácil comprender por qué exijo que tratemos de hacer llegar el The Criterion a cada hogar dentro de nuestra iglesia local.
Entiendo que algunas personas manifiestan que no desean recibir nuestro periódico. Es su decisión desecharlo, pero es mi responsabilidad enseñar la fe. Como obispo, la forma más efectiva para cumplir con mi obligación de enseñar es hacerlo a través de este medio.
Cuando un obispo se ordena, recibe la clara obligación de impartir con dedicación la fe católica, tal y como la recibimos de las Escrituras y la Tradición. Me he comprometido con la tarea de registrar, interpretar, explicar y difundir la fe que hemos recibido. Es una tarea maravillosa que aprecio y disfruto.
Par mí, el artículo semanal es como una conversación sobre las cosas importantes de la vida, nuestra fe y nuestra Iglesia.
Recibí la inspiración de escribir una columna semanal del Papa Juan Pablo II cuando, desde el día de mi ordenación, me alentó a que hiciera énfasis en mi papel docente como obispo. La segunda inspiración provino directamente de mi mamá. Años atrás, recuerdo que comentaba cuánto le gustaba la columna del Obispo Henry Grimmelsman, del periódico diocesano de Evansville.
El medio impreso quizás no sea tan popular hoy en día como lo era antes de los grandes avances en la tecnología de la comunicación. Pero los pensamientos impresos ofrecen una mejor oportunidad para la reflexión personal. Los asuntos de fe se tornan en registros tangibles con un poco más de permanencia que las presentaciones orales. Por supuesto, todos los medios de comunicación son importantes.
The Criterion no es un periódico común en el sentido de que cumple con una finalidad única, es decir, la evangelización. Es una fuente dedicada fundamentalmente a proporcionar información relativa a la Iglesia Católica.
Teniendo en cuenta ese propósito, el personal de la editorial de nuestro periódico toma decisiones en cuanto a lo que es apropiado.
Por ejemplo, como principio, The Criterion no publicará enseñanzas contrarias a la doctrina de la Iglesia en cuanto a la fe y a la moral. Ni tampoco publicaremos materiales que sean desleales al Sumo Pontífice ni a la Santa Sede.
Asimismo, a fin de proporcionar información pertinente a la Iglesia, un semanario católico ha de publicar no sólo buenas nuevas sobre la Iglesia, sino también las malas noticias. Obviamente es un desafío hacer esto de manera equilibrada.
La víspera de las elecciones nacionales representa una época difícil para los periódicos católicos. No es de sorprender que la gente desee leer notas publicitarias positivas sobre el candidato político que apoyan.
Como principio, The Criterion no apoya ni apoyará ningún partido político en particular, ni sus candidatos. Esto se torna complicado ya que obviamente la Iglesia tiene una profunda preocupación sobre las cuestiones morales y espirituales que son esenciales en la vida de la sociedad.
Los líderes de la Iglesia tienen la obligación y por lo tanto el derecho, de hablar sobre estas cuestiones. Hacerlo de modo tal que no sea perjudicial, es todo un desafío. Hacemos lo mejor que podemos para evitar el partidismo, aun cuando preferiríamos hacer algo distinto.
Inevitablemente, algunos candidatos requieren censura. Ya sea que se considere justo o no, las acciones de la Iglesia Católica respecto al grado de objetividad son examinadas cuidadosamente por funcionarios federales, quizás incluso más que otras entidades.
Quisiera aprovechar esta oportunidad para extender mi agradecimiento al personal de The Criterion por ejercer su responsabilidad profesional y religiosa con admirable prudencia. La producción de nuestra publicación semanal supone un gran trabajo y los plazos de entrega imponen gran presión. Nuestro equipo cumple con los plazos y lo hace con un número limitado de ayudantes.
Sé que muchos de ustedes aprecian al The Criterion porque me lo dicen. Gracias por su apoyo.
Le ruego que encuentre un lugar en sus oraciones por este aspecto de nuestro apostolado. †