March 3, 2006

Seeking the Face of the Lord

El camino para la renovación durante la Cuaresma comprende oración, limosna y ayuno

Un teléfono celular que no está cargado nos falla. Lo mismo sucede con una aspiradora inalámbrica. Y también con nosotros.

Forma parte de nuestra naturaleza humana el hecho de que el tenor de nuestra vida espiritual puede disminuir con el tiempo si no la atendemos. La Iglesia nos proporciona la temporada de la Cuaresma como una oportunidad para recargarnos espiritualmente. La asistencia a la misa del Miércoles de Ceniza es un símbolo que muchos de nosotros recibimos durante esta temporada de gracia especial.

La Cuaresma comienza con la historia de las tentaciones de Cristo en el desierto. El relato de San Marcos nos cuenta que “se encontraba con las bestias salvajes y los ángeles lo cuidaron.” Esta experiencia debió de provenir de boca del propio Jesús, ya que nadie se encontraba con él en el desierto. ¿De qué otro modo podrían haber sabido los apóstoles de semejante experiencia personal? ¡Qué consuelo debieron de sentir al saber que aun su gran maestro se enfrentó a “las bestias salvajes” en la vida cotidiana!

La historia de las tentaciones de Jesús es impresionante de muchas maneras. Este retiro en el desierto ocurrió inmediatamente después del bautismo de Jesús en el río Jordán, antes del comienzo de su gran misión pública. Cuántas veces no se nos tienta profundamente después de una gran experiencia de fe. Cuántas veces no se pone a prueba nuestra fe cuando sentimos que más la necesitamos. Y los ángeles nos cuidan.

Pareciera que antes de que comenzara su ministerio público, Jesús hubiera deseado apartarse y prepararse en la oración. Pareciera que hubiera querido decidir cómo iba a llevar a cabo su programa para nuestra salvación. Tal vez Jesús quería decidir cómo podía hacer que nuestra familia humana se alejara del pecado y volviera a Dios; ¿cómo podía hacer para que lo tomáramos verdaderamente en serio a él y a su Padre? ¿Cómo podría conducirnos a la verdadera libertad de la esclavitud del egoísmo?

He aquí nuestra primera lección de la Cuaresma, que dejamos pasar por alto con facilidad. Cada uno de nosotros necesita tiempo para estar a solas, con regularidad y en oración. Al igual que Jesús, debemos apartarnos para rezar por el rumbo que han tomado nuestras vidas. Cruzamos por esta vida sólo una vez, ¿cómo podemos marcar una diferencia? ¿Creemos que Dios tiene un plan especial para nosotros? ¿Nos resistimos al llamado de Jesús para dar lo mejor de nosotros?

La historia de la tentación muestra sin lugar a dudas cómo Cristo eligió marcar la diferencia en nuestro mundo. En vez de elegir el camino del poder y la gloria, Jesús escogió y aceptó el camino del sufrimiento y de la cruz. En lugar de elegir el poder y la fuerza, escogió el camino del amor sacrificado y desinteresado. Mientras reflexionamos sobre el relato de las tentaciones, no podemos evitar darnos cuenta de que el poder y el control son la base de las tentaciones de Jesús. Con gran frecuencia el poder es el centro del conflicto y la controversia humana. Por lo general, es el tema en cuestión en las luchas de los gobiernos y las sociedades seglares.

De hecho, la lucha de poder es el centro de disensión en la religión. Y muchas veces, la lucha por obtener el control desafía todo tipo de amistad, e incluso, matrimonios. El deseo de control puede asfixiar mucho del amor que nos rodea. Resulta tentador medir la vida y el éxito en términos de poder. Resulta tentador desear tener el control para protegernos a nosotros mismos.

Obviamente, Jesús estaba consciente de que tenía el poder divino a su disposición, y sin embargo, eligió libremente el camino humilde de la entrega, a saber, la generosidad en el sufrimiento y la muerte sacrificial. Se negó a sí mismo como manera de ganar nuestra salvación.

La forma humilde de Jesús no resulta natural. Y por lo tanto, la Iglesia propone una senda para la renovación durante la Cuaresma: la oración, la limosna y el ayuno. Son buenas obras que nos ayudan a desarrollar la disciplina y el amor sacrificial en nuestras vidas. No dejemos que nuestras resoluciones de buenas obras del Miércoles de Ceniza queden en el olvido. Y no es muy tarde para elegir buenas obras para la temporada de Cuaresma que se avecina.

Es espiritualmente sano elegir prácticas sencillas para ayudarnos a desarrollar la disciplina que nos permitirá sacrificarnos a favor de los demás: dejar que alguien pase primero que nosotros en la fila del supermercado; dejar que otro tome el mejor puesto de estacionamiento; recoger la basura en la acera; ofrecer la oración y el trabajo de cada uno de los días de la Cuaresma a una persona en particular (tal vez alguien que nos moleste); abstenernos de nuestra bebida o alimento favorito; dando el 10 por ciento de nuestros ingresos para caridad durante la Cuaresma. Por supuesto, la verdadera prueba de los frutos de nuestras prácticas sencillas será el amar un poco más libremente.

Dios nos brinda a cada uno de nosotros una gracia particular durante la Cuaresma. Las buenas obras ayudan a abrir nuestras mentes y corazones a la gracia. †

 

 

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