Seeking the Face of the Lord
La participación en la campaña ayudará a que nuestra iglesia continúe la misión de Cristo
Desde la fundación de nuestra Iglesia en Indiana en 1834, bajo el valiente liderazgo del Obispo Simon Bruté, personas de fe, clérigos, religiosos y laicos, han continuado con la misión de Cristo. Somos los beneficiarios de la fidelidad, la generosidad y la valentía de innumerables ancestros. Nos sostenemos sobre sus hombros. Y ahora, conscientes de nuestras raíces, somos los hombros de nuestros hijos y de las generaciones venideras.
En 1834 eran muchas las necesidades del ministerio. Las necesidades de nuestra extendida iglesia local han seguido el ritmo de crecimiento de la población en Indiana central y del sur. Y continuamos creciendo.
En 1834 el Obispo Bruté demostró una habilidad sin precedentes para recaudar fondos para una Iglesia primitiva que virtualmente no tenía recursos para desempeñar el ministerio de Jesús. Debido a su ardua labor, su visión osada y su sacrificio y fe en Dios, en tan solo cinco años comenzaron a aparecer los recursos para establecer un apostolado misionario.
Como sucesores de la ardua labor y la visión de nuestro obispo fundador y de sus compañeros de faena en el viñedo del Señor en Indiana, tenemos el desafío de no solamente asegurar, sino también expandir las posibilidades de la misión de Cristo para el futuro. Ciertamente vivimos en una época en la que abundan los recursos materiales. También vivimos en una época que parece ser más materialista y seglar en actitud y valores.
Se puede alegar que, si bien habrá más recursos materiales disponibles para nuestros hijos, los valores de nuestra sociedad no son prometedores para su futuro. Los valores espirituales y morales se ven amenazados. En efecto, el propio significado de la vida parece estar en las sombras. La visión global predominante es la de un mundo sin Dios: otra razón más para que fortifiquemos la misión de Cristo entre nosotros.
Para poder fomentar la misión de Cristo, a fin de poder evangelizar nuestra cultura desafiante, ahora y en el futuro, estamos iniciando una campaña ambiciosa que llamamos el “Legado de Nuestra Misión: para los niños y el futuro.”
Tal y como en los días del Obispo Simon Bruté, nuestra Iglesia debe continuar con la misión de Cristo en el mundo real. Como cualquier otra empresa en el mundo real, necesitamos recursos para llevar a cabo el llamado de Cristo. El dinero que contribuyamos a la campaña sustentará la vida espiritual de nuestra misión. Los recursos que compartamos, habilitarán nuestra misión pastoral casi por completo en nuestras parroquias ya que es allí donde la Iglesia prospera.
A través de un extenso proceso de discernimiento y planificación, pastores y líderes laicos evaluaron las necesidades presentes y futuras del ministerio en Indiana central y del sur. No debería sorprender a nadie que las necesidades del ministerio sean mucho mayores que la campaña capital que esperamos desarrollar. Por lo tanto, se dedicó tiempo y esfuerzo para determinar las necesidades prioritarias.
En la primera página de esta edición del The Criterion, se nombran y se explican los detalles de los ministerios a fundar. También se proporcionará información detallada en otros materiales. En la campaña del Legado de Nuestra Misión es vital el énfasis especial dedicado a sustentar una serie de ministerios que sirven a los pobres.
Los objetivos de la campaña son desafiantes. Las necesidades del ministerio las determinan. También hay un principio que se ha comprobado durante años. Por lo general, se espera que el objetivo de una parroquia equivalga al 150 por ciento del aporte anual de las ofrendas semanales. También observamos el historial de esfuerzos anteriores. Nuestra última campaña demostró que nuestros parroquianos católicos locales son muy generosos. En nuestra campaña de hace casi 10 años, los parroquianos donaron más de $87 millones.
Espero que todos ustedes tengan la misma pasión que yo para cumplir las necesidades de nuestras misiones locales, aquí en nuestra propia arquidiócesis. Debemos cuidar de los pobres: es un encargo que Cristo nos dejó. Nos ocupamos de los pobres atendiendo sus necesidades inmediatas, pero también cuidamos de ellos proporcionándoles una buena educación, así como también formación espiritual y moral en nuestros programas y escuelas parroquianas. Al reconocer que todos tenemos necesidades espirituales y morales, estoy seguro de que convenimos en que nuestra Iglesia ha sido llamada a servir a todos, a los que viven en la abundancia y a los pobres por igual.
Debemos tener en cuenta, siempre, que el propósito de la campaña del Legado de Nuestra Misión es avanzar la misión espiritual que Cristo le entregó a nuestra Iglesia y que nuestro pionero, el Obispo Simon Bruté, inauguró aquí en 1834. Es de suma importancia que todos participemos en esta campaña, primeramente, rezando para obtener la gracia de Dios.
Les exhorto especialmente a que busquemos la bendición de Dios por intercesión de San José, San Francisco Xavier y la Santa Madre Theodore Guérin. †